El muro de la frontera, una cadena de tropiezos
La barrera de 167 kilómetros de extensión que el gobierno erige en partes del límite de la frontera terrestre con Haití, cuya obra fue anunciada por el presidente Luis Abinader el 20 de febrero de 2022, hace 18 meses, está atascada.
Al menos, esto es lo que ha observado Listín Diario durante una inspección de los trabajos en la línea de construcción, a lo largo de un accidentado corredor geográfico formado por colinas, quebradas y pendientes muy pronunciadas, que arranca desde Jimaní hasta Dajabón.
Esta obra, que fue programada para ser ejecutada en dos etapas, tendrá una inversión de 1, 7500 millones, en su primera fase, un equivalente a 30.8 millones de dólares.
Desde entonces, en ocasiones, durante el proceso de construcción, se ha registrado un desaceleración en la marcha de los trabajos y, cuando se reactiva, no avanza como se esperaba.
El plazo proyectado por la autoridades se ha extendido en el tiempo y mientras esta verja perimetral sigue siendo defendida como una garantía para regular los flujos transfronterizos comerciales y migratorios y enfrentar el contrabando y el tráfico de drogas, esto no parece atemorizar a los haitianos, que siguen entrando sin parar a estas poblaciones, incluso, algunos, con todas sus familias a cuesta.
Esa primera etapa empezó de manera simultánea en seis frentes de las provincias Pedernales, Independencia, Elia Pina, Dajabón y Montecristi, y sería terminada en nueve meses.
Con el inicio de la primera etapa del muro, se pensó que en el primer semestre de 2022 se pondría en marcha la licitación para el componente tecnológico de toda la verja fronteriza.
Todo esto ha sufrido trastornos y con seguridad todos lo planes para terminar ese proyecto de muro fronterizo se extenderá por mucho tiempo, probablemente no sea ejecutado durante este primer mandato de Abinader
El Ministerio de Defensa garantizó el recorrido de un equipo de trabajo de Listín Diario y suministró apuntes técnicos de lo concebido para la ejecución de la obra.
También, autorizó acompañamiento de personal del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre(Cesfront), en calidad de protección, esto por tratarse de un espacio contiguo a Haití.
Lo visto en Jimaní, por ejemplo, fue una larga estructura de hormigón armado aún en desarrollo, en avance muy lento. Cuando menos cinco obreros armaban andamios parra el vertido posterior de hormigón armado.
Tres unidades cargueras de material se movían hacia un extremo de la verja en construcción, pero sin muestras visibles de labores significativas para la consolidación de la obra.
El trayecto faltante es bastante largo, y este es parte de la primera etapa que se presumía estaría lista, al menos, en noviembre de 2022. El retraso es evidente.
De los 391 kilómetros totales que tiene la frontera terrestre con Haití, en verja perimetral se construirán 167 de estos, divididos en 15 tramos que serpentean a través de las cinco provincias de la frontera.
Esto está delineado así, en kilómetros-metros: En Montecristi se construirán, 3,012m; Dajabón,72,308m; Elías Piña, 58,496m; Independencia 22,344m, y Pedernales, 7,868m.
Ciudadanos consultados sobre el levantamiento del muro manifestaron divergencias sobre el tema.
Mientras algunos lo consideran una obra necesaria para evitar la entrada masiva de ilegales de Haití, otros juzgan equivocada la política de establecer barreras para limitar el acceso de indocumentados.
Otros no opinan, alegando que las provincias fronterizas se están acostumbrando a convivir con los haitianos, al cansarse de esperar por medidas para contrarrestar la entrada irregular aquí.
Sí les preocupa que un día los migrantes legales e irregulares de Haití tomen fuerza y los empujen, poco a poco, a desplazarse y dejar atrás los lugares donde nacieron y levantaron sus familias.
Esta última versión la justifican cuando sostienen que, aun cuando se construya el muro, la frontera seguirá con espacios abiertos y los que quieran ingresar buscarán el momento y encontrarán otras vías.
También, comentan que la migración ilegal aporta beneficios a mucha gente, desde traficantes de personas hasta conductores de guaguas, motoconchistas, militares y familias residentes en las demarcaciones fronterizas que dan alojamiento o rentan a ilegales, o dueños de negocios que los emplean y les pagan salarios de miseria.